Si. Porque el teatro siempre ha sido palabra y gesto. Y tanto lo uno
como lo otro se han basado en un texto previo.
Me sorprende el titular:
“El Lope de Vega apuesta por el teatro de texto, el jazz y la música antigua”.
Y no me sorprende por las buenas intenciones, ni por lo del jazz, ni tampoco
por lo de la música antigua. Aunque a esto del concepto “antiguo” habría que
ponerle límites. ¿Qué es lo antiguo? ¿Dónde empieza y acaba lo antiguo?
Antiguos pueden ser Vivaldi, Albéniz o Bonet de San Pedro… Pero bueno. Eso
sería otro artículo. Ahora voy por un discutible concepto: “Teatro de texto”.
¿Cuándo el teatro no ha sido de texto? ¿Y el cine? Siempre ha habido un texto. Aún en el caso de los mimos, las pantomimas o el cine mudo. El actor de mimo (Marcel Marceau, por ejemplo) siempre tuvo que elaborar un texto previo escrito en el que, posteriormente, se apoyaría para llevar a cabo sus gestos y a través de ellos hacer llegar una historia a los espectadores. (Eso hacen, sencillamente, los numerosos mimos que trabajan en calles y plazas de nuestras ciudades.) Si. Porque el teatro siempre ha sido palabra y gesto. Y tanto lo uno como lo otro se han basado en un texto previo. Y junto al mimo, ya hemos citado la pantomima. Sería el mismo caso. Siempre tuvo que haber un texto previo.
El texto, para el teatro dramático, la comedia, el mimo, la pantomima o el cine mudo, es como para el escultor, el pintor de caballete o el de grandes murales, la realización de dibujos, de bocetos previos, orientativos para la ejecución final de la obra. El boceto es a la obra plástica, lo que el texto a la dramática.
Literatura, palabra, gestuación…
Creo que lo que aquel día quisieron decir los prohombres de la cultura teatral sevillana, es que en la programación del Lope de Vega se iban a incluir textos en los cuales la palabra iba a prevalecer sobre el gesto y la acción.
Lo que a fin de cuentas anunciaban estos buenos compañeros, es que iban a programar a Shakespeare, Calderón de la Barca, El Príncipe de Maquiavelo, Medea, Ibsen, Sócrates, Weiss, Chejov… En fin. Obras de teatro, como siempre. ¿De texto? Pues claro. Como lo fueron las de Arniches, Mihura, Neville... ¿Y cómo iba a ser de otra manera?
(¿Estulticias, memeces…?)
Y lo que más me sorprende es la crítica un tanto negativa a la Medea de Ana Belén y mi viejo compañero José Carlos Plaza, a la que han acusado de ser un tanto discursiva y el ensamblaje de una serie de monólogos aderezados con algunas escenas efectistas. Con que teatro de texto, ¿eh?