domingo, 9 de agosto de 2015

El trasiego veraniego

 

Las vacaciones veraniegas están sometidas a una cadencia de idas y venidas, de hola y adioses, de bienvenidas y despedidas. Para entender esta teoría hay que situarse en un punto fijo, una playa cualquiera y vivir el verano completo.

El día 1 de julio llegan al pueblo los veraneantes que vienen alquilados del 1 al 15 y los que tienen casa que, normalmente, estarán hasta el 31.

El día 15 se van los que han estado alquilados del 1 al 15 y llegan los alquilados del 15 al 31. También llegan los alquilados del 15 de julio al 15 de agosto y los que, teniendo casa, prefieren pasar del 15 de julio al 15 de agosto para volver a Sevilla para la Virgen.

El 1 de agosto se van los alquilados del 1 al 31 y los alquilados del 15 al 31 de julio. También se van los que, teniendo casa, se han pasado medio mes de vacaciones, porque pueden volver del 15 al  31.

El día 15 de agosto llegan los alquilados del 15 al 31 y los del 15 de agosto al 15 de septiembre y se marchan los que estuvieron alquilados del 15 de julio al 15 de agosto o del 1 al 15 del mismo mes.

El 31 de agosto se van los alquilados del 1 al 31, del 15 al 31 y los que estuvieron todo el mes porque tenían casa o porque les salió de las mismísimas narices.

El 1 de septiembre llegan los alquilados del 1 al 15, los del 1 al 30 y los que tienen casa, que pueden estar del 1 al 15, del 15 al 30 o como les salga de los mismísimos…

El 15 de septiembre me suelo marchar yo cuando ya se han ido toda la legión de horteros, chillones, maleducados y barrigudos veraneantes que se te mean en la playa. Justo me marcho cuando mejor se empieza a estar por estas latitudes. Pero, como tengo casa, puedo permitirme el lujo de venir del 1 de enero al 31 de diciembre cuando me salga de los cataplines.

Y mis recuerdos a todos los veraneantes. 

Con lo bonito que es veranear en febrero…