Recuerdo que hace ya bastantes años, me
encontraba de paseo turístico con un grupo de compañeros de teatro en el
descanso de una gira que realizábamos por la provincia de Burgos, cuando
llegamos ante la solemne fachada de la Catedral, lugar donde Vicente Aranda
sitúa una de las escenas más duras de su película “Amantes”.
Naturalmente todas
las miradas se fueron hacia lo más alto para contemplar el juego de agujas
verticales de tan importante joya de la arquitectura gótica.
En aquel momento, cargado de emociones, oímos la voz de un compañero decir:
-¡Mirad. Me he encontrado cinco duros!
Aquel buen hombre, no solo no estaba mirando la fachada de la Catedral, sino
que estaba mirando al suelo… En efecto. Hay gente que va por el mundo mirando
al suelo. Seguro que no se tropiezan con nada, pero seguro también que hay que
ver la de cosas importantes y bonitas que se pierden. Yo siempre lo he dicho y,
sobre todo, refiriéndome a Sevilla. Sevilla, como decía mi amigo Garmendia, es
una ciudad para pasearla. Y agrego yo: y para mirarla. Pero mirarla de arriba
abajo. También por arriba, no conformarnos con la altura de nuestros ojos y de
nuestros móviles. ¿Han probado alguna vez a pasear por nuestras calles mirando
los remates de las casas más antiguas? Cierros, balcones, mosaicos, remates,
veletas, espadañas, torres, altarcitos, retablillos, azulejos con nombres de
antiguas industrias, barandillas…
Tanto y tanto he mirado a lo largo de mi vida que guardo el proyecto de un
libro que titularía “Sevilla en ángulo
bajo”, que quizás termine de hacer algún día. Los ojos y la cámara de fotos
mirando al cielo y descubriendo la ciudad de los más bellos remates…
De acuerdo que si miro al suelo estoy seguro de no tropezarme con ninguna loseta suelta de cualquier acera, que hasta puedo encontrarme un euro, pero creo que hay que alternar las miradas y dirigirlas tanto a las solerías, empedrados y alcorques, como a las cresterías y tejados…
De acuerdo que si miro al suelo estoy seguro de no tropezarme con ninguna loseta suelta de cualquier acera, que hasta puedo encontrarme un euro, pero creo que hay que alternar las miradas y dirigirlas tanto a las solerías, empedrados y alcorques, como a las cresterías y tejados…
Pruébenlo y no se arrepentirán.