jueves, 18 de junio de 2015

Todos a examen.




El aguijón, tal y como lo entiendo, te ayuda a vivir. Te permite arremeter contra todo lo que se puede “menear” contra ti o contra alguien. Por eso el aguijón me da la vida, nos puede dar la vida, como cualquier reflexión bañada en humor.
Creo que la Primavera altera muchas más cosas aparte de la sangre, como ya es sabido. Y cuando llega a su final y va a ceder su puesto al verano, un amplio sector de una nueva ciudadanía se ve sometida, en tiempos de amores y primeros pantaloncitos cortos, al sufrimiento de cruentos exámenes a los que se presentan miles de alumnos para hablar de Valle Inclán, la Guerra de la Independencia o la Transición… Nervios, ataques de ansiedad… Y, vamos. Porque dentro de nada, este sistema será sustituido por otro, vaya usted a saber si más siniestro. ¿Reválida? ¿Test? Y a lo mejor no da lugar al cambio, porque…
Y luego están los agentes externos, los efectos colaterales, que en plena Primavera, osan moverte el sillón de la vida. Y alguien te dice: “Estás malito.” Y tú vas y enciendes todas las alarmas. Ya no tengo que examinarme de selectividad, pero me están seleccionando para jugar una liguilla de promoción, no se si para ascender o para descender. Puedo hasta terminar jugando con el Cádiz… (Tampoco me importaría mucho…)
Y tú te defiendes. Qué difícil es luchar contra algo que no has inventado tú. Nos han traído con defectos de fábrica y sin tarjeta de garantía. ¿Por qué nos han creado así? ¿Por qué somos tan frágiles? ¿Por qué no hemos podido aprobar más exámenes, tener más novias en Primavera, vivir trabajando más…? ¿Por qué y quien nos ha traído a este mundo sin pedirnos permiso y luego nos hace desaparecer de un plumazo, sin preaviso y sin pedir disculpas? ¿Quiénes somos?
Que nada. Que lo nuestro es aprobar la selectividad o la reválida y seguir viviendo colgados del hilo de una araña, balanceándonos como aquella famosa familia de elefantes… 
¡Feliz verano!

martes, 2 de junio de 2015

O no pasa nada o todo pasa a la vez.




La película se titulaba “Nunca pasa nada”. Con guión y dirección del gran Juan Antonio Bardém, realizada en los profundos comienzos de los años 60, contaba la historia de la más guapa y atractiva vedette de una gran compañía de revistas internacionales de nacionalidad francesa que había actuado en una ciudad de provincias y que se vio obligada a permanecer en la localidad a consecuencia de una apendicitis aguda. La compañía continúa su camino y ella se queda allí enferma y luego convaleciente. Consecuencias: revolución entre los alumnos de bachillerato; inquietud entre los contertulios del Círculo Mercantil; escándalo entre las señoras del lugar y encendida pasión en el médico que la atiende…

En una ciudad donde nunca pasaba nada, ocurre todo a la vez y se organiza un caos. Según los historiadores, una de las mejores películas de Bardém.
24 de mayo de 2015. Película real. La acción en Sevilla. O nunca pasa nada o pasa todo a la vez. Como el milagro de los panes y los peces. Pan y peces para todos. La agenda de ese día venía preñada de acontecimientos.

Elecciones municipales. El Rocío. Posible ascenso del Betis. Procesión de Mª Auxiliadora por las calles de Triana. Anuncio de lluvia a la hora del partido y de la procesión... 

Conforme el Betis se juega el ascenso y la Virgen procesiona, hay que estar atentos a los televisores para conocer los tan ansiados resultados de las elecciones. Qué partido (político, se entiende) se mantiene, cual asciende, cual juega la liguilla o cual desciende… ¡¡Gooooool del Betis!! Este asciende ya seguro…

Muchas cuerdas para un solo violín… Pero el pueblo, sabio, las toca todas. Y suena a sinfonía. Eso se llama cultura popular.

Creo que el día 24 de mayo de 2015, terminó bien. El chaparrón de última hora de la tarde, como en los finales inolvidables de las obras dramáticas de Alfonso Sastre, cuando siempre estallaba una tormenta “que refrescaba el ambiente y permitía que el ambiente oliera a tierra mojada”, facilitó que cada cosa terminara en su sitio…