Me sobraron humoristas de medio pelo, más bien de programa divertimento de fin de semana en cualquier cadena. Me pareció estupendo Dani Rovira que llevó con buen pulso el desarrollo del acto. Por encima de todo y de todos, Antonio Banderas que dio lectura a un texto coherente, profundo, sincero y emotivo. Aquí va lo de la imaginación. Y por encima de todo un arranque del espectáculo fuera de serie, con fuerza, con garra, con ritmo, con sentido crítico, con coreografía oscilante entre lo sencillo y familiar y el gran musical y con un “resistiré”, grito de artistas que viven en el hilo de una araña, en el filo de una espada, sabiendo que hoy tienen trabajo, pero ¿y mañana?
Tan bueno fue el comienzo que quizás por eso fuera difícil que en el transcurso de toda una noche, como siempre alargada en exceso, se pudiese, no ya mantener sino volver a alcanzar ese alto nivel conseguido con el arranque.
El ministro Wert estuvo toda la noche en el candelabro y se llevó su racioncita…