En todos estos teatros, vivimos horas de nervios, ilusiones, creatividad,
sueños, aplausos, críticas, abrazos, lágrimas, risas.
Me parece estupendo que tanto compañero dedique
espacios en periódicos y radios, defendiendo los pocos teatros y cines que
quedan en pie. Me encanta que hablen del PGOU, del destino de los suelos, de
los BIC (que no deja de sonarme a bolígrafo), del Ayuntamiento y de la Junta,
que si el patrimonio, que si el uso cultural, que si los siglos, los estilos
arquitectos, las reformas, los derribos, los aforos…
Pero permítanme ustedes
por un momento que, aún de acuerdo con que todas esas cosas se esgriman para
defender estos templos, yo los defienda ahora a través de recuerdos muy
personales: Plantillas de tramoyistas, eléctricos, taquilleros, acomodadores,
regidores, señoras de los servicios y de la limpieza, del ambigú, fijadores de
carteles, utileros, regidores… Nombres concretos: Juan Yévenes, Muñiz, Enrique,
Joaquina, Humberto… Y lugares: La puerta de artistas, el escenario vacío, los
telares, el cuarto de máquinas, el foso, las trampillas, los camerinos
(individuales y colectivos), el patio de butacas, los palcos, las galerías, los
pasillos interminables, el gallinero, el hall, el bar, las taquillas, las
carteleras… En alguno de estos teatros llegué a tener un camerino donde recibía
a los amigos después de los estrenos.
Y, sobre todo, por las obras montadas en cada uno de ellos:
San Fernando: (Desaparecido). “Los justos” de Albert Camus; “El velero en la botella” de Jorge Díaz; Obras de Brcht, Ionesco…
Alvarez Quintero: (Deformado). “El cuervo” de Alfonso Sastre; “El hombre de las cien manos”, infantil de Luis Matilla; “Cándida” de Bernard Shaw…
Cervantes: (Ahí está). “La jaula” de Alfonso Jiménez; “Rinoceronte” de Ionesco; “Pigmalión” de Bernard Shaw; “Un sombrero lleno de lluvia” de Michael V. Gazzo…
En todos estos teatros, vivimos horas de nervios, ilusiones, creatividad, sueños, aplausos, críticas, abrazos, lágrimas, risas. Fueron nuestra casa en incansables horas de ensayos, pausas para el descanso, bocadillos para reponer fuerzas, cabezadas en el sofá del hall, chistes en la madrugada durante la puesta de luces, el nacimiento de algún amor mientras se pasaba letra en un camerino… De esta manera, ¿cómo no voy a recordar estos lugares y defender el que aún nos queda?